Una de las primeras y más fundamentales premisas sobre las que fundé CITADINA REVISTA, fue nunca escribir en primera persona del singular -la explicación yace aquí-. Una segunda premisa, que saco a relucir precisamente ahora, es que no suelo hablar de mi largo y laberíntico trabajo en política, y por tanto, de mis inclinaciones políticas (al menos de forma explícita). No obstante, a horas de concurrir a las urnas para votar en las Elecciones Generales para Presidente, me permito escapar y desdibujar mis propios mantras: Soy liberal, me siento cómoda en el Centro del espectro político y voto a Patricia Bullrich.
No me voy a extender por fuera de lo esencial y tampoco voy a caer en los lugares comunes -y ultra conocidos- del análisis político. A lo largo de este caótico 2023, ya a todos nos sirvieron el cocktail de propuestas, designaciones e incorporaciones a equipos, carpetazos, memes, edits, entrevistas, performances en los debates, actos y actividades de campaña, perlitas de los principales candidatos a ocupar en sillón de Rivadavia por los próximos 4 años. Los conglomerados mediáticos y las redes sociales se disputaron la tarea con gran ferocidad, pero no así tanta dignidad. Y aquí un punto seguido para una pregunta que me acosa existencialmente en las semanas previas a cualquier comicios ¿De dónde y cómo se multiplican los analistas y estrategas de comunicación política?
Acerca de mi voto a Patricia.
I. Sobre la Libertad y las opciones. La voto y trabajé en su campaña. A esto, lo sentí como un verdadero honor porque, a diferencia de candidatos que representan a otras fuerzas políticas, tuve la libertad de elegir a la mía en todos los aspectos y con todos los matices: Escogí trabajar para ella, escogí acompañarla con mi voto, la escogí como la persona que por estas horas representa mis convicciones más viscerales e irrenunciables. Para muchos suena como una obviedad, algo que dar por sentado, pues (DAH) vivimos en democracia. La realidad, en cambio difiere en gran escala con el deber ser: A lo largo de estos meses vi a conocidos (y amigos) masticar y tragarse el bocado de tener que militar a Sergio Massa. Sí ese Sergio Massa, el Ministro de Economía del dólar a $1000 (pesos argentinos) y el de los índices inflacionarios más desesperantes de nuestra historia reciente. Ese mismo que con sus rictus imperturbable le pide a los argentinos que lo acompañen con su voto para convertirse en héroe de su propia tragedia. Por fuera de la algarabía y las gastadas del noble Twitter -algunas divertidas y otras crueles-, me apena que esas personas no tengan la posibilidad de pegar el portazo. Para ellos, el kirchnerismo funciona como refugio y una cómoda jaula a la vez.
II. ¿De qué Cambio hablamos? Hace un largo tiempo comprendí que no todo cambio implica una evolución. Los cambios más pequeños e imperceptibles, aquellos que provienen de andar y desandar los intrincados caminos de la política son los que permiten evolucionar, es decir producir una alteración positiva en un largo proceso personal (ante todo). Y si hay alguien que sabe de estos recorridos es Patricia Bullrich Luro Pueyrredón. La mujer nacida en cuna de alta alcurnia, que desde joven mostró inquietud por las causas nobles de la política y dejándose guiar por ese ardor interior, sin quererlo, terminó enfilada en las líneas del peronismo revolucionario de la mano de Montoneros en los 70. Hoy, décadas y muchos capítulos reescritos después, lo acepta con firmeza y una resiliencia extraordinarias. No teme mirarse hacia atrás, no se fastidia ante ese comentario harto repetido, no busca contentar esbozando explicaciones que nunca rendirán porque sabe que nadie le puede arrebatar lo bailado y lo apre-hendido: La única construcción política posible, capaz de soportar los embates del tiempo y las circunstancias, es la que se desprende de la violencia y se aferra a los valores de la república. Con esa certeza impregnada, Patricia se descompuso en todos sus átomos y versiones para ofrecernos su forma final: La de una mujer que pone al servicio de su Nación su experiencia e inconmensurable convicción de reconstruirla.
III. Estado de situación. Valoro con profundidad a quienes no esgrimen eufemismos ni atajos al hablar de una situación problemática. Contar con alguien que no teme diagnosticar el estado real de las cosas en un momento como el que atravesamos en Argentina, nos inhibe de mentirnos a nosotros mismos y ayuda a silenciar a los demonios internos, especialmente ese que se materializa en forma de incertidumbre. Patricia Bullrich hizo de su campaña una denuncia y advertencia permanente del saldo que nos dejan 20 años de kirchnerismo explícito. Muchos analistas de COMPOL renegaron de su tendencia a enfocarse en lo negativo -es decir, la verdad de la milanesa- y de su perfil pétreo, lo que leyeron como una desventaja en su empresa de seducir al electorado. Mas al parecer, fue precisamente su transparencia eso mismo que logró convencer; esa no compulsión por dejarse moldear por nutridos equipos de asesores. No se guardó los permenores para las mesas chicas, fue a lo profundo y directo de las entrañas al hablar del culto a la cleptocracia (con la impunidad en el centro del altar) que fundó la Vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner.
IV. Un proyecto de país. Argentina, suelo bendito, desde hace largos años deambula por el tablero político mundial mirando copiosamente a sus pares; calculando qué modelo de país le calzaría mejor probarse con cada recambio ¿Uruguay, Suiza, Australia, Venezuela quizá? Perder el estandarte, es de muchas formas perder la identidad. Esta es una parajoda que me resulta asfixiante, porque pareciera que tenemos muy claro lo que aspiramos a convertirnos en todo lo demás: Como ser los ganadores de Qatar 2022 o ser el país que más cultura exporta a través de los artistas urbanos. Pero cuando la pregunta sobre lo político nos arrincona, una nube de tribulaciones y formulaciones inconexas nos inmuta. Por eso mismo, no es menor. De los principales candidatos que se disputan la presidencia este domingo, sólo Bullrich se ocupó de idear y acércanos, por fuera de la fluorescencia de las propuestas, un proyecto de país: Uno en el que la angustia generalizada no es la regla; uno en el que no nos pese vivir. Uno en el que podemos contar la seguridad de que el progreso económico y social puede ser sostenido en el tiempo y no una maniobra improvisada. Un país en el que tengamos la certeza de que los delincuentes recibirán todo el peso de la Justicia. Un país en el que no da lo mismo el mérito y la dedocracia. Un país en el que la libertad, la vida y la propiedad privada no sólo conceptos inmaculadamente abstractos; son líneas guía para el proceder político. En suma, una idea muy concreta y hasta básica en muchas maneras: Una Argentina en ORDEN.
V. Madame President. Elegí deliberadamente correr este argumento hasta las líneas finales. Puede que esta campaña presidencial haya sido la más cruenta y pornográfica que hayamos observado: En psiquiátrica convivencia con las agresiones y vergonzosas contradicciones de la militancia de Milei, la bizarra bienvenida al team de Fátima Flórez, los sextapes de Insaurralde con Clérici a bordo de El Bandido, los fracasos indisimulables de Massa por contener el dólar y la compulsión de su mujer por hacerse de los recursos de AYSA y un Alberto Fernández que pareciera ser sólo un extra en todo el montaje, pasamos de un detalle exquisito... De llegar a ser nuestra próxima Presidente, Patricia sería la primera mujer hasta ahora en hacerlo por hañaza y mérito propio. Es decir, a diferencia de los casos de Estela Martínez de Perón y Cristina Kirchner, no serían sus maridos quienes les tienden mano para acceder al Ejecutivo nacional. En tiempos donde exigimos mayor representación femenina en los roles de decisión política, lo de la dama del flequillo atemporal no provocó flashes ni vitoreos en las filas del feminismo progresista. Pero lo interesante en ella, es que en su seno personal tampoco pareciera algo que resaltar, porque sencillamente nunca sintió que ser mujer fuera un condicionante para perseguir una carrera política. Arrevalera, desafiante y airosa se lo dejó claro al comandante en funciones de Unión por la Patria: Massa, no necesitamos que vos nos defiendas, nos defendemos solas, tenelo clarito.” ¿Is she serving?
Por todo esto y aquello, por la reputación que te precede y por todo eso que creo puedes construir, yo te voto Patricia. Y lo expreso con cierta calidez en el pecho, algo que se asemeja delicadamente a la esperanza...
Antes de irme: Escribir estas líneas fue sin duda un ejercicio liberador, que me permitió poner en orden las ideas y emociones que me circundan en las horas previas a lo que presiento, será una jornada histórica. Por ello, y con la experiencia que acumulo luego de unas cuantas elecciones, los invito a concurrir a las urnas este domingo con templanza, a abrazar a nuestra democracia y honrarla como ciudadanos. Estamos a tiempo de cambiar y hacerlo para siempre.