A un mes y poco más del desembarco de Javier Milei en la casa Rosada, el feminismo argentino continúa “duelando” el hecho de que Sergio Massa no haya cumplido con su único (¿y último?) designio: Lograr salvar los últimos destajos que quedaban de ese kirchnerismo dorado, que sólo subsistía en el imaginario de los adolescentes tardíos +40. ¿ O es que acaso pensaron que el plan platita incluía en alguna medida salvar a la Argentina? ¡Cuánto despiste!
Lo bueno es que luego de 4 años de convenientes evitaciones y silencios respecto a, por ejemplo, al aumento de la pobreza estructural y los paupérrimos resultados que dejó atrás lo que fue el Ministerio de la Mujer en reducir el número de femicidios o achicar las desigualdades económicas que padecen miles de argentinas, al menos volvieron las icónicas coreografías a cielo abierto y con renovadas -algunas pegadizas- rimas. “Sororidad combativa / Contra la derecha neofacista / Contra Milei Negacionista” ya se perfila como un hit tiktokero.
Pero a un lado del golpe seco recibido en las urnas -pareciera que fue apenas ayer-, el feminismo argentino recula al intentar comprender por qué las estrategias de “Las swities verdaderas votamos a Massa” o amenazar sin rodeos con cortar lazos con aquella amiga votante de Milei no surtieron efecto en el electorado femenino. Caminaban ciegas las chicas prodigando la cultura woke sin detenerse a contemplar la imagen ampliada: Las mujeres que acompañamos con nuestro voto a ese candidato que con poca culpa y vergüenza afirma descreer de conceptos como la brecha salarial o el techo de cristal, lo elegimos porque el nuestro no fue un voto basado en cuestiones de género. Esto, como un primer punto.
Lo obvio y casi calcado de las plataformas de campaña tanto de Milei como de Patricia Bullrich, quien fue una de sus más feroces contendientes y luego aliada electoral, era la desesperante necesidad de un cambio. No, no un cambio meramente electoral o de signo político, sino uno de esos cambios que transforman mucho más que calles sin asfaltar; un cambio de esos que se propusiera ir a lo hondo del malestar argentino, buceando en el entramado de pésimas decisiones y gobiernos que nos convirtieron en uno de los países política y económicamente más inviables del mundo.
Es válido también decir que, ser mujer y haber votado a Milei tampoco tiene un cariz ideológico. Quizá es el histeria por la pureza de ideología de las CEO del feminismo lo que las abstrae de entender algo sencillo: El haberlo elegido como presidente no te vuelve automáticamente antifeminista y ni siquiera liberal (esa palabrilla que la progresía acusa de ser un cómodo eufemismo en el que la ultra derecha esconda la cara). La conversión en las ideas, como un ritual litúrgico, es una fantasía que habita en las mentes -e intenciones- de quienes no toleran la convivencia y diversidad de pensamientos.
Es, acaso, demasiado sencillo despuntar contra el gobierno Fernández (Aquí incluimos tanto a Cristina como al insípido Alberto) -Massa, porque aunque nuestras feministas elijan no hacerse cargo, también contribuyeron a parte del tripa corazón que miles de argentinas hicieron al emitir su voto a favor de un candidato que en su derrotero hacia la presidencia, en algunas ocasiones hasta rozó lo misógino. Ubicarnos en una irreversible posición de víctimas, cuya vida y progreso personal sólo estaba asegurado por la intervención del Gobierno kirchnerista, fue probablemente uno de los mayores desatinos de un movimiento que se auto adjudica la representación de todas las mujeres pero que en el camino cada día pierde un poco de fuerza y forma.
Existe una agenda urgente cuyo desarrollo, efectivamente, es competencia única del Estado y que a su vez, requiere de la participación de un feminismo lúcido y rápido de reflejos ante los golpes de esa cultura machista letárgica pero aún peligrosamente caminante. Para todo lo demás, para lo ya conquistado y con creces -al menos en este lado del globo-, las mujeres nos tenemos a nosotras mismas ¿Qué otra oda de reivindicación a lo femenino nos quieren escribir si cada una de nosotras puede componerse la propia?
El deseo y la proyección de una vida en la que podamos estudiar, trabajar, crecer económicamente, ahorrar, emprender, volvernos competitivas en el mundo profesional, invertir, elegir entre tener hijos o cinco gatos, poder encargarnos de nuestra salud reproductiva, ser dueña de nuestras decisiones patrimoniales y personales y hasta permitirnos algunas de esas banalidades que provienen (y son consecuencia) de la solvencia monetaria, integran en gran medida lo que las mujeres esperamos poder alcanzar hoy por nuestra cuenta… (Y ya que nos estamos, patear el tablero de mando de los dogmas que aún intentan encapsular lo que implica el ser mujer). Sin facilismos, ni intermediarios, ni Cristinas, Ni Mileis (al menos sabemos que esto el Javo ya lo entendió).
Sobre la autora de este artículo: Agustina Sosa* se desempeña actualmente como presidente de LOLA Argentina y coordinadora del área de Relaciones Institucionales del board de dicha organización.
PERO ANTES DE IRME: Si para vos ser mujer, ser liberal y ser argentina no representan adjetivaciones mutuamente excluyentes, quiero presentártelas a ellas:
Ladies Of Liberty Alliance (LOLA) es una organización internacional de mujeres, por mujeres y para mujeres abocada a difundir las ideas de la Libertad en todo el mundo. Si sos de Argentina y te interesa conocerlas, puedes contactar con ellas a través de sus redes sociales:
Un día CITADINA decidió que ya era hora de regresar y así lo hizo -y por la puerta grande-. Gracias por estar del otro lado. Gracias por estimular las buenas conversaciones ♡